La felicidad radica, ante todo, en la salud.
(George William Curtis)

La salud es la unidad que da valor a todos los ceros de la vida.
(Bernard Le Bouvier de Fontenelle)

No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder.
(Benjamin Franklin)

La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia.
(Françoise Sagan)

Sensibilidad química múltiple, ¿enfermedad?


Expertos en toxicología debaten sobre la aparición de numerosos trastornos asociados a productos químicos habituales.

Aunque la Organización Mundial de la Salud no la considere todavía una enfermedad, miles de personas adquieren cada año una misteriosa intoxicación bautizada como sensibilidad química múltiple, que trae consigo síntomas como migraña, crisis de ansiedad, confusión, erupción cutánea y sensación de ahogo. Éstas y otras intoxicaciones han protagonizado una jornada de formación en Barcelona de la que se extraen novedosas conclusiones.

«La sensibilidad química múltiple está actualmente en debate en la comunidad médica; algunos profesionales cuestionan si existe, mientras que otros reconocen que es un trastorno», opina Santiago Nogué, jefe de la Sección de Toxicología del Servicio de Urgencias del Hospital Clínic de Barcelona. «Hasta la fecha sabemos que la sensibilidad química múltiple puede tener su origen en el uso cada vez mayor de productos químicos en nuestra vida cotidiana que, mezclados con algunas moléculas que ingerimos con los alimentos y la contaminación ambiental, pueden derivar en una sensibilidad química anormal». Nogué destaca el terrible impacto de esta sensibilidad en la vida cotidiana de quienes la padecen.

«Además, la sensibilidad se agrava por momentos y pueden llegar a obligar al paciente a usar una mascarilla cada vez que, por ejemplo, vaya al supermercado a hacer determinadas compras». En el Hospital Clínic de Barcelona, explica, se detectan entre 50 y 60 casos de sensibilidad química múltiple al año, lo que significa un caso nuevo por semana.

Intoxicaciones

A través del seguimiento realizado a cinco pacientes jóvenes consumidores habituales de éxtasis durante los fines de semana, el Servicio de Medicina Interna de este hospital ha constatado que un consumo recreativo de esta sustancia durante un periodo de dos o tres años puede sentar las bases de un deterioro cognitivo. «Estos consumidores pierden una importante capacidad de atención y de concentración debido a una degeneración neuronal provocada por la sustancia ingerida», subraya el especialista.

Nogué añade que el deterioro experimentado es de naturaleza irreversible, pese a la tierna edad de los intoxicados. Las intoxicaciones por éxtasis líquido siguen siendo las más críticas del servicio; los pacientes pueden entrar en estado de coma o pueden también derivar a un infarto agudo de miocardio. A las intoxicaciones por éxtasis líquido siguen, en cuanto a gravedad, las causadas por anfetaminas, fármacos comúnmente indicados para la profilaxis del paludismo y la artritis reumatoide, que pertenecen a la familia de opiáceos y antiarrítmicos.

Peligros de interior y exterior
Nogué advierte sobre envenenamientos más comunes en cuanto a casuística, destacando las intoxicaciones por monóxido de carbono en población infantil. «Cada invierno aparecen noticias sobre accidentes con este gas, sobre todo por el mal funcionamiento de estufas y calentadores», explica el experto. En el niño, la intoxicación por monóxido de carbono deriva hacia síntomas ligeramente distintos de los del adulto, que se pueden confundir incluso con algo tan banal como una gastroenteritis.

Otra intoxicación doméstica frecuente es la que se deriva del consumo de metanol. Algunos alcohólicos acuden a esta sustancia cuando no tienen acceso a las bebidas de costumbre. «Se trata de un alcohol cuya intoxicación puede producir ceguera y también muerte. Sin embargo, desde hace poco tiempo disponemos de un antídoto eficaz para disipar su efecto», explica Nogué.

De las intoxicaciones exteriores, destaca el síndrome gastroenterocolítico tras ingestión de setas y el especialista advierte que en España coinciden cinco especies de setas que resultan mortales para el ser humano. Otro peligro campestre son las mordeduras de víbora. El pasado verano este hospital barcelonés registró un notable aumento de estos casos, con un total de 15 accidentes. Sostiene el toxicólogo que la creciente proliferación de actividades al aire libre y deportes de aventura podría estar detrás del aumento de mordeduras. «Existe un antídoto para el veneno de víbora, pero sólo se emplea en los casos más graves», dice Nogué.

CINCO PROSCRITAS

La Sociedad Española de Micología advierte a los recolectores de setas aficionados que las especies venenosas son difíciles de distinguir de las comestibles, salvo por personas entendidas. Algunas causan alergias y efectos psicóticos o alucinaciones, náuseas y vómitos; pero hay cinco que resultan potencialmente letales para el ser humano. La más abundante es la especie 'Amanita phalloides', hongo micorrizógeno, caracterizado por un color pardo con motas blancas, que crece en los suelos arenosos de la mayoría de los bosques de la Península Ibérica. Fructifica en verano y otoño y su potente veneno (amatoxina) le vale la consideración de seta más venenosa de nuestro entorno.

La 'Amanita verna' es de color blanco. Al contacto de los dedos con su carne frágil desprende un olor desagradable que debiera servir de advertencia. Esta seta prolifera en bosques de coníferas, robles y hayas, brota de mayo a septiembre y su toxicidad es mortal. También de color blanquecino, con olor más débil y fácil de confundir con especies comestibles, la 'Lepiota brunio incarnata' crece en los claros y linderos de bosques, entre la hierba. Su toxicidad también es mortal.

Todavía más engañosa resulta la 'Galerina marginata', seta minúscula (no sueñe sobrepasar los tres centímetros) que durante décadas escapó a la consideración de venenosa, hasta que los toxicólogos identificaron la presencia de venenos mortales en su composición. Cada año provoca muchas intoxicaciones al confundirse con otras especies lignícolas inocuas. Por último, la 'Cortinarius orellanus' provoca intoxicaciones muy similares a las de la 'Amanita phalloides', aunque su principio tóxico es diferente (orellanina). Lo más curioso de este hongo es que sus efectos tóxicos no son inmediatos, sino que actúan a partir de dos semanas después de la ingestión. Su veneno altera al hígado y los riñones.

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