Dormir bien, beneficioso para el corazón
Dormir bien se ha asociado generalmente a un buen estado de salud. De hecho, el sueño adecuado se incluye en la mayoría de planes preventivos de salud y hábitos orientados a una vida sana. Gran parte de los trastornos del sueño, muchas veces olvidados y que en general no permiten dormir bien ni en cantidad ni en calidad, o el hábito de no dormir las horas necesarias, se relacionan a largo plazo con enfermedad. Son varios los estudios que ahora han llegado a la misma conclusión: si una persona saludable no duerme las horas necesarias hay un incremento notable del riesgo de sufrir calcificación de las arterias coronarias, hipertensión y, en consecuencia, problemas cardiovasculares a largo plazo.
El sueño constituye el periodo de descanso del cuerpo y de la mente. La conciencia se suspende de forma total o parcial y se ven disminuidas las funciones orgánicas. El sueño es, por tanto, un regenerador primordial de la energía física y psíquica. Cuando éste se altera, el proceso renovador no se lleva a cabo, por lo que se producen, de forma lenta y progresiva, alteraciones en nuestra capacidad de concentración, en la memoria, en el carácter y en el estado de ánimo.
Físicamente, estos cambios se traducen en una alteración de la temperatura corporal, un aceleramiento del ritmo cardiovascular y un incremento de la liberación de la molécula del estrés (cortisol) y del azúcar en sangre, entre otras consecuencias.
Un antídoto para el corazón
Varios estudios han constatado hasta ahora que a largo plazo los problemas de no dormir bien pueden ser mucho peores. Las alteraciones resultantes del mal dormir pueden desencadenar problemas de diabetes y cardiovasculares, por lo que dormir de manera adecuada podría formar parte de los tratamientos recomendados para tratar estas enfermedades. Por un lado, expertos de la Universidad de Chicago (EE.UU.) han descubierto que la duración adecuada del sueño se relaciona con una incidencia baja de calcificación en las arterias coronarias, indicador de posibles enfermedades cardiovasculares.
Otro estudio reciente, elaborado en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), relaciona otro factor de riesgo cardiovascular, el síndrome metabólico, con la falta de sueño. Por último, investigaciones relacionadas publicadas en 2008 en la revista "Sleep" relacionaban la hipertensión con horas de sueño inadecuadas. Son todos ellos factores de riesgo tradicionalmente asociados a problemas cardiovasculares.
El primer estudio, publicado en la revista "JAMA", observó durante cinco años en 495 personas que una hora más de sueño cada noche disminuía en un 32% las probabilidades de calcificación de las arterias coronarias. Aunque los investigadores afirman que necesitan más exámenes, señalaron que este estudio demuestra la utilidad del sueño. Algunas de las limitaciones, según reconocieron los expertos, son que los factores de riesgo de la calcificación de las arterias incluyen también el sexo masculino, la edad adulta, la intolerancia a la glucosa, el consumo de tabaco, la dislipemia, los niveles altos de presión, la obesidad o marcadores altos de inflamación.
El estudio de la Universidad de Pittsburgh, publicado en "Sleep", es parecido al anterior, aunque remarca otro factor de riesgo cardiovascular. La investigación se centró en el análisis de más de 1.200 adultos de entre 30 y 54 años de edad. Según los resultados, las probabilidades de sufrir de síndrome metabólico aumentaban en más del 45% cuanto más breve era el periodo de sueño (sobre todo en aquellos que dormían menos de seis horas).
A propósito de los otros estudios, todos centrados en la hipertensión, Ronald Kramer, director medico del Colorado Sleep Disorders Center (EE.UU.), aseguraba que "la privación crónica del sueño puede desencadenar cambios químicos y hormonales en el cuerpo que pueden llevar a hipertensión crónica". Este aumento de la presión arterial se debe principalmente a la reducción en la liberación de cortisol o a la retención de sal por parte del organismo.
Recomendaciones para dormir bien
Según el Instituto Nacional de Estadística, el promedio de tiempo de sueño en España (2006) se sitúa en 7,22 horas en personas de 25 a 64 años y en 7,47 en personas de más edad. Concretamente, en la etapa de la adolescencia, cuando se recomienda dormir nueve horas para crecer y tener un buen desarrollo intelectual, este promedio no se ajusta con lo que debería ser saludable. Las recomendaciones para las personas adultas y de la tercera edad oscilan entre las siete y las ocho horas. Cuando la falta de horas de sueño no se debe a una patología orgánica que deba tratarse de forma farmacológica, el esfuerzo individual es muy importante para cumplir los horarios adecuados.
La American Academy of Sleep Medicine (AASM) invita a seguir una serie de consejos para poder disfrutar de una buena noche durmiendo. Entre ellas se incluye cumplir una rutina constante a la hora de dormir, relajarse antes de acostarse, conseguir una noche completa de sueño sin interrupciones, evitar comidas o bebidas con cafeína o medicamentos estimulantes, olvidarse de las preocupaciones por unas horas, no ir a la cama con hambre pero no comer en gran cantidades durante la cena, evitar ejercicios intensos dentro de las seis horas antes de ir a dormir, tratar de levantarse cada día a la misma hora y, por último, hacer del dormitorio un espacio tranquilo, oscuro y un poco fresco.
Cuando existe algún trastorno del sueño, estas recomendaciones no bastan. En este caso, se recomienda consultar con el médico o incluso con un especialista en patología del sueño.
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